El Trofeo de la Copa Mundial de la FIFA se ha convertido
en el galardón deportivo más codiciado y más reconocible del mundo, y
puede reclamar para sí una universalidad que sólo un símbolo del fútbol
puede disfrutar.
El actual trofeo es, de hecho, la
segunda generación del ansiado premio. El primer trofeo, que recibió el
nombre de Copa Jules Rimet en 1946, en honor al fundador de la Copa
Mundial, fue el resultado de un encargo de la FIFA al escultor francés
Abel Lafleur.
El trofeo representaba a la diosa de
la victoria, que alzaba por encima de su cabeza un recipiente octagonal,
y estaba elaborado en oro con una base de piedras semipreciosas.
La
historia de la Copa Jules Rimet es realmente apasionante. Para empezar,
pasó toda la II Guerra Mundial escondida en una caja de zapatos debajo
de una cama. Fue robada en 1966 durante su exhibición en Inglaterra. Con
ayuda de un perrito llamado Pickles, los detectives de Scotland Yard
encontraron la Copa escondida en un jardín de una ciudad inglesa.
En
aquella época, las reglas de la FIFA establecían que la nación que
ganara tres Copas Mundiales de la FIFA podía convertirse en dueña
permanente del trofeo. Brasil lo consiguió y se llevó la Copa a casa en
1970. Entonces, sobrevino la tragedia. En 1983, el trofeo desapareció de
nuevo, esta vez en Río de Janeiro, y nunca se encontró. Se cree que los
ladrones fundieron la Copa Jules Rimet.
A
principios de la década de 1970, la FIFA había encargado un nuevo trofeo
para la X Copa Mundial, que se celebraría en 1974. Artistas de siete
países presentaron 53 diseños diferentes y, de todos ellos, la entidad
del fútbol mundial eligió la obra de un artista italiano: Silvio
Gazzaniga.
Gazzaniga describe así su creación: “Las
líneas surgen de la base y se elevan en espirales hasta encontrarse con
el mundo. De estas excepcionales tensiones dinámicas que se producen en
el cuerpo compacto de la escultura brotan las figuras de dos atletas en
el momento culminante de la victoria”.
Ya no es
posible conquistar el derecho a conservar en perpetuidad el Trofeo de la
Copa Mundial original, pues el nuevo reglamento establece que éste
deberá ser para siempre posesión exclusiva de la FIFA. No obstante, los
ganadores del torneo Mundial reciben una réplica para que la conserven
como perpetuo recuerdo de su excelso triunfo. Estas réplicas chapadas en
oro se conocen como los Trofeos de los Ganadores de la Copa Mundial.
El
auténtico, el genuino, el irrepetible Trofeo de la Copa Mundial de la
FIFA tiene 36,8 centímetros de altura, 6,175 gramos de peso, y está
elaborado en oro de 18 quilates. La base contiene dos anillos de
malaquita, una piedra semipreciosa, y en la cara inferior aparecen
grabados los años y los nombres de todos los campeones de la Copa
Mundial de la FIFA desde la edición de 1974.
EL PERRO QUE “GANÓ” EL MUNDIAL DE 1966
La historia del fútbol está llena de pequeñas historias, alguna de ellas cercanas a lo increíble. El pasado 20 de marzo se cumplió 48 años del robo que puso en jaque el Mundial de 1966 y que tuvo como héroe a un perro llamado Pickles. Un perro normal y corriente de un ciudadano más. Si Geoffrey Hurst dio la Copa del Mundo a Inglaterra con sus goles, Pickles hizo posible que Bobby Moore levantara la Jules Rimet al cielo de Londres en el viejo Wembley.Era marzo del 66, a cuatro meses de iniciarse el Mundial, y la Copa del Mundo se encontraba de gira por Inglaterra para que todos los ciudadanos pudieran contemplarla. El 20 de marzo estaba en el Westminster Central Hall y se produjo lo inimaginable: un descuido de los guardias causó el robo de la Copa, el ladrón o ladrones aprovecharon la puerta trasera para escapar. Las alarmas saltaron y Scotland Yard se puso manos a la obra.
La Policía recibió una llamada del ladrón, que emplazaba a un intercambio: la copa a cambio de 15 mil libras. La operación resultó un fracaso. La Policía arrestó antes de tiempo a la persona que recibiría el dinero, que aseguró ser sólo un intermediario y no saber nada acerca de la Jules Rimet. La situación, a menos de cuatro meses del inicio del Mundial, era dramática.
Y de repente, apareció Pickles. Siete días después de que la Copa fuera robada, un hombre llamado David Corbett salió a pasear con su perro, que de pronto se alejó unos metros y comenzó a escarbar en la tierra de un jardín. Corbett fue donde estaba el perro y vio algo envuelto en un papel de periódico. Cuando lo desenvolvió, se encontró con la Copa que había hecho soñar a leyendas futbolísticas como Piola, Schiaffino, Varela, Rhan, Pelé o Garrincha. Ahí estaba la Copa del Mundo, en sus manos. Corbett se puso en contacto con la Policía, que en un principio le tomó como principal sospechoso. La historia resultaba poco verosímil, pero tras un interrogatorio llegaron a la conclusión de que era real. Un perro llamado Pickles, un ‘collie’ blanco y negro, había salvado el honor del Mundial de Inglaterra.
Corbett recibió una recompensa de 6.000 libras y comida gratis para Pickles durante un año por una empresa británica. Además, fueron invitados a la cena que ofreció la reina Isabel II después del triunfo de Inglaterra ante Alemania en la final (4-2, con polémica, pero esa es otra historia). Pickles murió un año más tarde, ahogado con su propia correa mientras perseguía a un gato. Héroe del Mundial de 1966, no pudo acudir a la inauguración del Mundial de 1970, al que había sido invitado. La Copa Jules Rimet, por cierto, fue robada de nuevo en diciembre de 1983 y esta vez no fue recuperada. Según parece, fue fundida.
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