Las guerras mundiales
de la primera mitad del siglo XX dieron lugar a la proliferación de
oficios hasta entonces poco conocidos (y poco requeridos); entre ellos
el de espía, el encargado de engañar a las cúpulas de los ejércitos y
los gobiernos para conseguir información secreta y pasarla al bando
contrario. Uno de los más reconocidos de todos los tiempos es el celebre
catalán que usara el nombre Garbo.
Nacido Juan Pujol García el 14 de febrero de 1912 en Barcelona,
convencido antifascista y anticomunista, al iniciarse la II Guerra
Mundial decidió involucrarse en el conflicto; como aborrecía la
violencia pero contaba con una gran capacidad intelectual y creativa, se
acercó a la embajada británica en Madrid y ofreció sus servicios como
espía. Al ser rechazado, se presentó al Servicio de Inteligencia
alemana haciéndose pasar un funcionario del gobierno español pro-nazi.
Allí lo contrataron y le impartieron un curso intensivo de espionaje.
Los británicos, al enterarse de que Pujol trabajaba para Alemania, lo
captaron para el contraespionaje. Allí comienza la historia de su
personaje, ‘Garbo’. En 1944 ya había logrado crear una red ficticia de
27 subagentes inventados. A través de ellos y vía Madrid, transmitió al
servicio de inteligencia alemán información suficiente como para
ganarse la confianza de los nazis. En enero de dicho año los alemanes se
enteran de que los aliados están preparando una invasión a gran escala
en Europa y requieren a Garbo que los mantenga informados.
Desde entonces y hasta el Día D, Garbo se encargó de convencer a
Alemania de que el verdadero punto de ataque se hallaba mucho más al
norte que Normandía, en el Paso de Calais. Hasta el mismo día de los
hechos Garbo mantuvo su comunicación con los alemanes, transmitiendo la
información del desembarco de Normandía. Nadie descubrió su estrategia, e
incluso meses más tarde fue galardonado con la Cruz de Hierro por el
propio Hitler. Días más tarde, fue galardonado con la Cruz de Miembro
del Imperio Británico. Si bien se lo da por muerto en el año 1949, Pujol
reaparece en 1984 cuando su historia es reconstruida y su rastro
hallado por el periodista Nigel West, en el 40 aniversario del Día D.
Murió en 1988 en Caracas donde se refugiaba de una posible represalia
nazi luego de que fuera publicada por primera vez su historia. Fue, sin
lugar a dudas, uno de los espías más importantes de la historia, y uno
de los personajes más subyugantes de la Segunda Guerra Mundial.
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